Cuando supimos que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña había acordado la adopción de medidas cautelares consistentes en impartir desde el 30 de mayo el 25% de las clases en castellano en la escuela Joan Rebull de Reus, desde Ciudadanos-C’s lo celebramos, a la vez que lamentamos que para conseguir algo tan razonable hubiera que acudir a la justicia.

Esta decisión venía a reparar mínimamente el ataque que supone la inmersión lingüística a los derechos de gran parte de los ciudadanos de Cataluña. Nos referimos a todos aquéllos que ven a sus hijos privados de la primera instrucción en su lengua materna que es el castellano.

Pero lo perverso de la inmersión va mucho más allá, pues impide igualmente que muchos niños de familias catalanoparlantes puedan aprender desde su primera infancia el castellano, una de las dos lenguas oficiales de Cataluña, y la de más de 600 millones de personas en todo el mundo.

Estamos convencidos de que muchos reusenses, tanto hablantes de una lengua como de la otra, están en contra de este sinsentido. Los niños no tienen ninguna dificultad para aprender dos lenguas a la vez. Y las excusas que se ponen para que no sea así no obedecen a la defensa del catalán, que resistió valientemente, sin tantos salvadores institucionales, a la larga noche del franquismo, sino a otro objetivo inconfesable: erradicar el castellano de la vida pública en Cataluña, puesto que de la vida institucional ya lo han hecho. Su aspiración es convertir esta tierra, que ha gozado de la riqueza de ser bilingüe desde hace siglos, en una Cataluña monolingüe.

En el último Pleno del Ayuntamiento supimos que tal medida no se llevará a cabo, porque la alumna que había pedido la escolarización en castellano había causado baja en el centro. Muerto el perro se acabó la rabia, parecía expresar la radiante sonrisa de la regidora d’Ensenyament, sra. Sardà. Puestos en contacto con la familia para saber las causas del traslado, hemos confirmado lo que ya nos temíamos.

En primer lugar, para nada se cumplió la resolución del Tribunal de impartir una asignatura troncal en castellano ni se pensaba cumplir. Se proponía dividir durante unas horas al grupo y que, conservando el libro en catalán, unos cuantos alumnos hiciesen hora y media de matemáticas en castellano (sumas y restas mentales y orales). Y poco más, es decir, una burla. Añadamos a esa desobediencia, el vacío que se les hacía a los padres a la hora de entrar y salir de clase, así como algún exabrupto, afortunadamente muy minoritario. Parece lógico que, buscando el bien de la niña, los padres decidieran cambiarla de colegio. Como este hecho supone que las medidas ya no se han de aplicar en el Joan Rebull, los niños de ese colegio ya no estarán obligados a recibir una asignatura más en castellano. ¡Una asignatura más!

Me gustaría saber cuántos de esos padres están miserablemente contentos de que sus hijos no tengan un nivel un poco mejor de castellano, y cuántos silenciosamente disgustados por no atreverse a pedirlo aunque lo deseen. Hay que ser muy valiente para hacer lo que estos padres han hecho.

Desde C’s lamentamos que estas cosas hayan de ser noticia. Defendemos nuestra doble condición de catalanes y españoles y siempre defenderemos que el bilingüismo no es ningún ataque al catalán, sino una riqueza a la que -estamos seguros- muchos, muchísimos, no queremos renunciar.

Pepa Labrador

Pepa Labrador

Portavoz adjunta de Ciutadans en el Ayuntamiento de Reus